jueves, 6 de septiembre de 2012

El misterio de las desapariciones


Ante todo, quiero darte las gracias por el éxito que ha tenido la serie del misterio del jarrón. Sin tus lecturas y mensajes impacientes sobre la continuación de la historia no hubiera sido lo mismo. Dije que era una serie del verano, pero septiembre forma parte de él... ¿Qué voy a escribir este mes? Pues buenas noticias para los amantes del misterio, ya que continuamos con una historia de Myriam, esta vez con la vuelta a clase.

Ha pasado un tiempo desde que la pequeña Myriam resolvía acertijos en su casa como hobby ocasional. De hecho, han pasado años. Y nuestra protagonista se nos ha hecho mayor, y prepara con emoción su marcha a la universidad, para estudiar criminología. Como su familia vive en un pueblo, ella tendrá que irse a la ciudad y alquilarse una habitación en un piso cerca de la universidad, o al menos con buena comunicación de autobuses. Requisitos que toda persona en esa situación busca desesperadamente.

Pero hay más. En un piso compartido, tan importante como la localización de la vivienda es la convivencia con los compañeros de la misma. Algo difícil y delicado y que por tanto hay que tratar con cuidado. 

Nuestra amiga Myriam lo sabe, pero encontrar compañeros apañados puede ser como encontrar un melón bueno: sólo podrás saber si es amargo cuando lo pruebes. Así que se decide al fin por un piso con buena combinación de buses habitado por tres compañeras unos años mayores que ella: María, que estudia magisterio; Jessica, que estudia química; y Natalia, que estudia matemáticas. Parecen todas muy simpáticas, y aunque cada una va a ir a una facultad diferente y tendrán horarios también diferentes, la convivencia puede ser buena.

A primeros de Septiembre, Myriam se muda al piso para ir ya probando la vida en una ciudad grande, ¡y para no perderse luego! Sus compañeras de piso se han mudado ya también, y todo va genial. Sin embargo, la tranquilidad duró un par de semanas.

El viernes por la tarde, Myriam echa en falta su móvil. Contrariada, busca por toda su habitación. Solía dejarlo sobre un soporte en el escritorio. Pero no está. Se da una vuelta por el piso. María y Jessica se habían ido el jueves por la tarde a sus casas, y Natalia había salido a dar una vuelta con su novio, que estudiaba bachillerato y quería ser ingeniero. Así pues, la casa estaba muy tranquila para buscar. Pero no lo encontró.

Y además, su móvil no fue lo único que desapareció...

Si quieres saber cómo continúa la historia, tendrás que leer el post de la semana que viene. ¡Te espero!

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