jueves, 27 de septiembre de 2012

El misterio de las desapariciones: solución


Como dije, el mes de septiembre también lo he dedicado al ciclo de relatos de misterio. Así, esta semana continuamos con la historia de lo que ocurrió cuando Myriam se mudó a un piso para ir a la universidad. ¿Te perdiste el capítulo de la semana pasada? No te preocupes, puedes leerlo aquí: El misterio de las desapariciones III

Myriam salió de su habitación con un presentimiento. Tenía la sensación de saber con exactitud quién había hecho desaparecer sus cosas, y estaba dispuesta a desenmascararlo.

En el salón se encontró con su desolada compañera Natalia, y se acercó para indagar. Respetuosamente, su novio se levantó del sofá y las dejó solas para que pudieran hablar. Myriam se sentó en el lugar que había quedado vacio y miró a su compañera.

-¿Cómo estás?- le preguntó.
-Mejor- le sonrió Natalia. -Mañana puedo comprarme otra calculadora científica. Hace una semana tuve que acompañar a Alex, mi novio, a comprarse una a un sitio muy barato. No me saldrá muy cara la broma...
-¿Y le salió buena? A veces no duran mucho tiempo las cosas electrónicas baratas...
-No se la compró, es demasiado pijo como para eso- rió su compañera. -Dijo que se compraría el sábado una como la mía, cuando fuera al centro comercial con sus padres.
-¿Cuánto hace que lo conoces? Parece muy maduro...
-Pues desde hace un mes. Es poco, pero parece muy buen chico, un poco pijo con sus cosas, pero al mismo tiempo muy ahorrativo. No gasta en cosas superfluas, pero cuando se compra algo, lo hace por todo lo alto.

En ese mismo momento, Alex volvió de la cocina con un vaso de agua para su chica. Myriam le sonrió.

-¿El año que viene comienzas la universidad?- le preguntó Myriam. El chico asintió. -Me han dicho que quieres ser ingeniero. Tendrás asignaturas muy difíciles, ¿no? 
-Sí- respondió con una sonrisa muy satisfecha. -Pero soy muy listo.
-Mi hermano quiere ser ingeniero también. ¿Me dejas ver tus libros para decirle las asignaturas que tendrá que estudiar?
-Claro- le respondió con otra sonrisa, hinchándose de orgullo. Le tendió su mochila.

Myriam la abrió y rebuscó. Con una risita, sacó de la mochila una calculadora científica y se la tendió a Natalia. La chica la miró extrañada, hasta que vio que debajo de la tapa tenía su nombre escrito. Abrió la boca y miró a Alex indignada. Pero antes de que pudiera decir nada, Myriam sacó también de dentro de la mochila su propio móvil. Se lo mostró a Natalia.

-Creo que deberías tener cuidado de a quién metes en casa las noches de jueves que sales de juerga...

Sonrió.

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