De buenos y tontos

Hay una duda a la que llevo dando vueltas desde hace un tiempo. Tal vez porque cada vez está más de moda un pensamiento peligroso y capaz de hacernos mucho daño, aunque la gran mayoría de las veces ni siquiera nos demos cuenta. Si somos buenos, ¿estamos siendo tontos?

Este tema tan trascendental se verá mejor con un ejemplo muy básico. Vas por la calle y te encuentras tirada en el suelo una moneda de 50 céntimos. ¿Qué haces? ¿Y qué harías si en vez de una moneda ves un billete de 50 euros? ¿Y si es una cartera con su DNI? ¿Y si es un móvil o un reproductor de mp3? Pero, ¿y si el lugar donde te lo encuentras es el ascensor de tu edificio? ¿O directamente ves cómo se le cae a alguien? 

La respuesta a todas estas preguntas debería ser la misma: buscar al dueño y devolverle sus pertenencias. Sin embargo, muchas veces no hacemos todo lo posible por encontrarle, ¿verdad? Y cuando lo comentamos con amigos o familiares casi siempre se suele decir: "has hecho bien, si se te hubiera perdido algo, ¿crees que te lo hubieran devuelto? Todo el mundo de lo queda". Es decir, que en el fondo de esa pregunta hay implícito un "si eres honrado, es que eres tonto".

Como éste, hay muchos ejemplos más. Compramos algo y nos dan el cambio de más. "Pues mejor para mí, el supermercado no se va a arruinar. Y todo el mundo se lo quedaría". Si te lo dan de menos, ¿pensarías lo mismo? Y voy todavía más allá. Un gestor de fondos, que ve pasar por delante suya montones de dinero que no le pertenecen. "Si cojo un poco, nadie se dará cuenta. Además, todo el mundo lo hace". Viene a ser el mismo principio de la honradez y la estupidez.

A pesar de todo lo que sale en las noticias últimamente y de las experiencias vividas, nunca he pensado que al ser buenos seamos tontos. De hecho, si todo el mundo fuera honrado, las cosas irían mucho mejor para todos. Ya se que no se puede comparar un simple billete en el suelo con toda la corrupción que está saliendo todos los días en los medios de comunicación. Pero por algo se empieza. Y son los pequeños gestos los que cambian el mundo. ¿Quién sabe si, al devolverle el billete a esa persona, comenzamos una cadena de buenas acciones que volverá a nosotros a su debido momento? Y la excusa de "todo el mundo lo hace" quedaría sin fundamento.

Ya lo decía el dicho: "La bondad no es ser tonto, sino que es una virtud que el tonto no comprende".

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