Ahora que ya han pasado las fiestas de Navidad, volvemos a la rutina. Quitamos el árbol de Navidad y el nacimiento, dejamos de comer mantecados y turrones, las calles se quedan sin luces, los pascueros comienzan a perder sus flores de pascua...
Bueno, tampoco es plan de ponerse triste. Los cambios son necesarios, y toda época tiene su encanto. Y para mucha gente ese encanto que tienen estos meses se llama "Rebajas". Y es que en plena cuesta de enero, tras los esfuerzos económicos de la Navidad y con un monstruo de cuyo nombre no quiero acordarme (una pista: empieza por "c") gobernando nuestras vidas, las rebajas parecen la forma perfecta de comenzar el año.
Sin embargo, no todo el monte es orégano, ni todas las rebajas son económicas. Fíjate bien en lo que te hace falta, y no te dejes llevar por los precios tachados y marcados en rojo. Muchas veces se compra más de lo que se necesita, y a veces el precio supuestamente rebajado en igual al precio sin rebaja. Seguro que ya has oído estas recomendaciones antes, así que no me pondré pesada. Sólo te diré que tengas cuidado.
Personalmente, no soy fan de las rebajas. En realidad, y para ser sinceros, no soy fan de las tiendas. Me agobia pasar mucho tiempo en ellas, y me divierto si voy con gente con la que me divierto también en otras situaciones. Por supuesto, si hay alguna cosa que necesite o quiera, iré en su busca, aunque no sea mi entretenimiento favorito. En ese sentido, prefiero Reyes, por el hecho de conseguir algo que signifique algo para alguien, y no comprar porque esté barato.
Pero en fin, como decía antes, es época de cambios. Y mientras algunos quieren seguir fardando de regalos de Reyes, otros tantos van en busca del chollo. Cosas de la vida, amigos.
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